domingo, 28 de abril de 2013

La rigurosidad del maldito

Es triste nuestro habitat
la superficialidad, nauseabunda,
olorosa
asquerosa
indeseable...
Ahí. Inmersos,
nadando en pus.
Felices.
Cantando odas a la nada,
Gritando lo libres que somos en campos de soja transgénica
con aire acondicionado central.
SPLIT.
Cómodos y gozosos,
hasta que algo... ALGO
pasa y te toca el culo.
Hasta que viene el mismo demonio
y te penetra.
Viene un enfermo y te mete la peste.
Te embicha.
Te deja inmundo para siempre.
Y quedas ahí cantando un himno
en un idioma que no es el tuyo.
Con un escudo bordado a puntazos
en el alma
la cual ya nisiquiera es tuya porque la vendiste
para recuperar el culo.
Y al parecer todos tenemos un precio.
Todos desprendemos tarde o temprano algún hedor.

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